Esto de caminar sin oír ni ver se estaba poniendo un poco aburrido, no recordaba un camino tan largo. De hecho la última vez había sido corto. Pero ya habrán comprendido que esta habitación tiene antojos propios, y los cumple.
Afortunadamente, cuando ya se estaba volviendo exasperante la soledad, aquella voz, Canela, volvió a aparecer:
- ¿Por qué no lo dejas así como está?-. Me dijo.
- Maldita desgraciada, no hay derecho a que me echen de aquí-.
- Ya lo sé, pero me acostumbré mucho a este lugar y no me quiero ir-.
- ¿Acaso yo te eché?-.
- No, pero tu presencia no es un buen augurio-.
- Haz lo que quieras, no me interesa-.
- Te solía interesar-.
- Hasta que vi que no importaba un comino si me interesaba o no-.
- ¿A qué va tu presencia en esta habitación? no creí que volverías-.
- Tengo que matar a alguien, o algo, que no me deja en paz-.
- ¿Me puedo quedar tranquila?-.
- ¿Cómo se mata una voz?-.
- No sé-.
- ¿Entonces a qué temes?-.
- Nada-.
- Deja de molestarme, estoy preocupado por ese atractivo olor de adelante y no puedo pensar si molestas, me huele a trampa-.
- Lo es-.
- ¿Qué carajo es ese olor?-.
- Ja! ¿En serio? ¿Esa pregunta va en serio?-.
- Me estás exasperando-.
- Es Jazmín, idiota-.
Me detuve en seco. Sí, era jazmín, y tenía sentido que lo fuera.
- ¿Cuánto me falta para el cofre?-.
- Casi nada, ¿Por?-.
- Cosa mía, y no te metas en mi cabeza-.
- Tampoco me interesa hacerlo, me puede dañar a mi-.
Di dos pasos más y me caí sobre un contundente objeto rectangular, que me llegaba un poco más abajo de las rodillas, lo suficientemente profundo como para que quede mi cabeza junto con mis brazos colgando al otro lado del objeto. Nunca en mi vida creí tan literal la expresión "casi nada". En general cuando alguien dice "no falta casi nada" en realidad se traduce como "falta pero no quiero reconocerlo". Evidentemente no era el caso.
Pero por fin llegué al cofre, tan frío como la madera y el metal lo permitían.
Me puse de pie, luego me arrodille al lado y lo toqué con ambas manos. Frío, liso y del tamaño que siempre fue. Tal cual lo recordaba.
- No irás a abrirlo ¿ O si?-. Me dijo Canela
- Canela ¿Te puedo pedir mis sentidos? en serio los necesito-.
- ¿Por qué? dame una buena razón-.
- Eso suena a capricho, dame una buena razón para quedártelos-.
- No la tengo-.
- Esa es mi buena razón-.
- ¿Me echarás?-.
- Ya te lo dije, de tu vida lo que quieras, no me interesa-.
-Eso va en serio-. Parecía mas una pregunta que una afirmación.
- Muy-.
Y entonces oí mi respiración nuevamente, y no vi nada por las oscuridad, pero sabía que tenía de nuevo mi visión.
- Gracias-.
- Solamente no te arruines-.
- No te garantizo nada-.
- Adiós Elliot, dentro del cofre no me recordarás, ni a este lugar, ni a lo que hay dentro del cofre mismo-.
- Ya lo sé-.
Entonces no solamente o hubo respuesta, sino que además pude sentir como se iba. Si hubiera sido una persona, lo habría hecho llorando.
Luego abrí el cofre, y su centelleante luz obre me confirmó que mis ojos podían ver de nuevo.
Me recliné hacia adelante, cada vez más y más, hasta tener todo el torso dentro del cofre. Y luego me dejé caer.
Y caí, durante un tiempo. No sé bien cuánto fue, pero no me pareció demasiado.
El golpe de la caída, si bien dolió bastante, fue amortiguado por el pasto.
Un momento... ¿Pasto? ¡¿De dónde salió el pasto?! ¿Y por qué me caí?
Me levanté del suelo, y me di cuenta de que estaba en un jardín.
Del Negro Nicolás.
09-02-13 02:21 Hs.
No hay comentarios:
Publicar un comentario